En una sociedad tan compleja para nuestros adolescentes como la nuestra y en la cual se están comparando continuamente a través de Instagram o Snapchat, tenemos que ayudarles para que posean una alta autoestima.
CÓMO REFORZAR LA AUTOESTIMA DE LOS ADOLESCENTES
Los adolescentes transitan entre la infancia y la vida adulta, por lo que, con cada año que cumplen, se muestran más autónomos. Aunque sus amigos, paulatinamente, van jugando en sus vidas un papel más importante, aún existe un vínculo sólido con su familia. Los padres suponen para ellos una referencia fundamental y pueden hacer mucho por reforzar la autoestima de sus hijos.
Tener presente estos tres aspectos básicos, te ayudará a fortalecer la seguridad de tus hijos adolescentes y mejorará tu relación con ellos.
Los adolescentes ya no son nuestros hijos pequeños. Tenemos que comprender que son personas en crecimiento, en proceso de maduración, que dentro de muy poco se convertirán en adultos autónomos con la potestad de tomar sus propias decisiones en la vida.
Para poder afrontar este futuro con seguridad, resulta fundamental que sientan que sus padres confían plenamente en ellos y que les apoyan en las elecciones que realizan.
El mensaje que tenemos que transmitirles es que ellos son valiosos por sí mismos y que no necesitan sacrificar sus gustos o sus intereses para ser aceptados por los demás. Ensalcemos y hablemos con ellos sobre sus rasgos únicos, particulares y diferenciadores, para empoderarles y que, de esta forma, sean impermeables a las presiones y a los malos comentarios que puedan recibir por parte de sus compañeros.
Siempre tenemos que estar dispuestos para escucharles y ayudarles cuando lo necesiten. Si desde que son pequeños estamos presentes y disponibles para atender a nuestros hijos, al llegar la adolescencia, los padres seguiremos siendo su primera referencia, la primera opción a la que acudir en el caso de que tengan algún problema.
Desde este verano, Marta está aplicando estos principios de crianza respetuosade adolescentes con sus hijos. Aunque no resulta un camino sencillo, los resultados ya están llegando. Su hija, ha dejado de interesarse por programas poco adecuados a su edad y ha retomado sus juegos más infantiles y acordes a sus necesidades. Por su parte, su hijo, sigue sin depilarse, pero ya no le afectan tanto los comentarios sobre su físico y ha cambiado de grupo de amigos.
Fuente Original: Revista Digital Cuerpo Mente