Según ponen a prueba su independencia, establecer y hacer cumplir los límites sienta las bases para el buen comportamiento.

¿ Cuándo y cómo empezar a disciplinar a niños pequeños de 1 a 3 años?

Los niños empiezan a saber lo que significa “no” alrededor de los siete meses de edad en promedio, y una vez que pueden hablar, muchos pasan por una etapa en la que se convierte en su palabra favorita. Desafortunadamente, los padres también pueden contar con que los niños pasen por una etapa donde ignoran alegremente cuando mamá o papá dice que no, y otros intentos y disciplina. Eso es porque es natural para ellos empezar a tantear los límites; probando su independencia y tratando de explorar el mundo en sus propios términos.

Una gran parte de la disciplina en los primeros años es simplemente mantener a los niños seguros. No tocamos el horno. No tiramos de la cola del gato. No corremos a la calle. Pero estableciendo límites consistentes temprano, los padres también están sentando las bases para un buen comportamiento en el futuro.

Establecer límites también tiene otros beneficios. Decirle a los niños qué conductas usted quiere y no quiere ver realmente hace que los niños se sientan más seguros. Esto les recuerda que usted está a cargo y los guía a las áreas donde deben desarrollar sus habilidades e independencia (tales como jugar con el set de té plástico y no tratando de tocar el verdadero.)

Las reglas también son una manera de ayudar a los niños a comenzar a considerar la perspectiva de los demás, o al menos preparar el terreno para la empatía. Los niños de dos años podrían ser demasiado egocéntricos para comprender cómo se sienten los demás, pero pueden comenzar a aprender que compartir es algo agradable y practicar la entrega de un juguete a la abuela.

Pero, ¿cómo deben los padres compartir las reglas con los niños y cómo se pueden hacer cumplir esas reglas, especialmente cuando los niños son muy pequeños y no entienden el concepto de consecuencias?

Kristin Carothers, psicóloga clínica del Child Mind Institute, dice que los padres probablemente ya están estableciendo límites sin darse cuenta. “Una de las maneras más naturalistas de crear límites es tener unas rutinas para sus hijos”, dice la Dra. Carothers. “Es posible que no sepan qué hora es, pero saben la rutina de acostarse: tenemos nuestro baño, leemos nuestro libro, vamos a dormir en nuestra propia cama”. Al crear una rutina familiar, los padres están enseñando a los niños qué deben esperar en cada situación, por lo que no hay sorpresas desagradables, y al mismo tiempo que establecen un límite claro sobre cuando comienza la hora de acostarse.

Cómo disciplinar a niños pequeños de 1 a 3 años

Por supuesto, gran parte de la vida no está prevista, por lo que los padres necesitan estrategias para corregir el comportamiento y reforzar los límites en el momento. “Si hay una regla que quieras seguir, como no golpear, entonces eso es algo que tienes que corregir en el momento en que lo ves”, dice la Dra. Carothers. Pero la forma cómo la corrige importa.

Los padres a menudo dicen: “No hagas eso” o “No”, pero la Dra. Carothers dice que en realidad es más útil decirle a los niños lo que quieres que hagan. “Los niños saben lo que “no” significa, pero no necesariamente saben qué hacer después de que digamos que no, por lo que siempre quiere asegurarse de que tiene una alternativa para ellos”, explica. Diciendo: “Mantén tus manos en su lugar” o “Usa tus manos para acariciar” lo deja claro.

Para los niños alrededor de tres años de edad, los padres pueden hacer que el niño tenga un tiempo de reflexión cuando muestra una conducta agresiva. La Dra. Carothers explica que el tiempo de reflexión es “tiempo sin recibir atención positiva”. Por lo tanto, podría decir: “Mantenemos nuestras manos en su lugar. Tú golpeaste a tu hermano, así que ahora tienes que sentarte en esta silla”. “Para los niños de 1 a 3 años, el tiempo de reflexión no debe ser más de tres minutos. Entonces, después de que el tiempo de reflexión haya terminado, puede decirle al niño lo que debe hacer a continuación: “Puedes pedirle a tu hermano el juguete” o “Puedes tocar a tu hermano suavemente”.

Los padres también pueden comenzar a establecer las consecuencias naturales de la mala conducta de un niño. Por ejemplo, si un niño salta en el sofá, una consecuencia natural podría ser el practicar sentarse tranquilamente en el sofá. Si ella escribe en la pared, entonces usted podría ponerla a lavar la pared. Por supuesto, puede que ella no logre realmente limpiar la pared, pero sólo el hecho de tratar de lavarla refuerza sus reglas.

Para algunas situaciones, depender de su capacidad para responder en el momento podría no ser suficiente. Por ejemplo, los niños pequeños correrán a la calle si ven algo interesante y no se dan cuenta del peligro potencial. “No podemos esperar que un niño pequeño establezca ese límite para sí mismo”, explica la Dra. Carothers, “así que usted como padre necesita hacer la intervención en el lado opuesto”.

Para caminar en la acera, eso significa que usted necesita agarrar la mano de su niño en todo momento para mantenerlo seguro. La Dra. Carothers también anima a los padres a decir algo como, “¡Buen trabajo agarrando la mano de mamá! Gracias por estar cerca de mí”, lo que le permite a su hijo saber que estos son los tipos de comportamientos que a usted le gusta ver.

Considere lo que su hijo puede y no puede hacer según su nivel de desarrollo, e identifique lo que no está haciendo. Así como caminar con de manera segura afuera puede ser poco realista, también lo puede ser el esperar que se comporte bien durante una aburrida (para ella) función social. “Como padres tenemos que manejar nuestras expectativas”, dice la Dra. Carothers.

Por ejemplo, los niños pequeños son muy egocéntricos, por lo que es apropiado para este nivel de desarrollo que ellos estén más preocupados por satisfacer sus propias necesidades que sentarse tranquilamente en la cena. Hay maneras de promover el buen comportamiento; como darle muchos elogios por sentarse en su asiento, tenerle cosas que hacer mientras está sentada, y tomar descansos. Sin embargo, en esta etapa probablemente no es el momento de llevarla a un lugar donde se espere que tenga modales perfectos.

Esta es también la etapa cuando los niños comienzan a tener berrinches. Hay algunas razones para esto. Los niños pequeños de 1 a 3 años todavía están aprendiendo a comunicarse, y sus habilidades de lenguaje no son muy sofisticadas todavía. “Un niño podría actuar agresivamente en ausencia de lenguaje desarrollado para comunicar sentimientos como frustración, ira o vergüenza”, explica la Dra. Carothers.

Pero un niño podría también tener una rabieta porque se ha dado cuenta de que cuando actúa muy molesto las personas tienden a responder y, más a menudo que no, obtiene lo que quiere. Por eso es importante ignorar las rabietas, incluso cuando son embarazosas. Sucumbir a la rabieta de un niño inadvertidamente refuerza el comportamiento que él utilizó para conseguir lo que quería, y eso no es algo que usted quiere alentar. En su lugar, los padres deben esperar a que su hijo se calme y luego inmediatamente elogiarlo por estar tranquilo.

La Dra. Carothers da un ejemplo. “Digamos que usted está dejando la tienda de comestibles y su hijo comienza a lanzar una rabieta en el estacionamiento porque quiere galletas. Usted puede decir: “Gracias por decirme que quieres galletas; Me gustan las galletas también. La próxima vez que vayamos a la tienda podremos comprar unas galletas”. Si su hijo no deja de rabiar, la Dra. Carothers recomienda dejarlo que siga y no ceder, incluso si usted está tentado a intervenir.

 

Además de no querer reforzar los berrinches como una táctica de negociación efectiva, la Dra. Carothers señala: “Es bueno para nosotros enseñarles a los niños que hay momentos en que obtendremos lo que queremos y momentos en los que no conseguiremos lo que queremos. Esa es una parte natural de la vida”.

Los niños de esta edad también pueden actuar porque quieren sentir más control. Y es apropiado desde el punto de vista del desarrollo que los niños comiencen a tomar más decisiones y sean más independientes, dentro de lo razonable. La Dra. Carothers está de acuerdo en que los niños deben comenzar a tomar más decisiones a medida que van creciendo, pero advierte que deben limitarse a tomar “las decisiones apropiadas el nivel de desarrollo que los niños pequeños de 1 a 3 años debe tener”.

En otras palabras, su hijo de dos años puede elegir qué juego quiere jugar, o qué programa de TV le gustaría ver, pero no debería decidir cuánto tiempo durará viendo televisión o si tiene que tomar un baño después. Esas son decisiones para los adultos.

Publicado por: Child Mind Institute www.chilmind.org

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