¿Sientes que tu niño está ansioso, preocupado y con miedo? Nuestra psicóloga pediátrica, la Dra. Agnes Díaz, nos da una útil guía para ayudar a nuestros niños a canalizar sus emociones ante eventos traumáticos como un desastre natural.

En estos días, la incertidumbre ha modificado la forma de vivir de muchas familias. Como adultos, quisiéramos proteger a nuestros niños de cualquier mala experiencia. Sin embargo, sabemos que eso no es del todo posible. Para muchos de nuestros niños el estar expuesto a un desastre natural es una experiencia nueva. Por tanto, y como toda nueva experiencia, el desconocimiento puede generar confusión. La capacidad del niño para enfrentar la situación estará relacionada a su capacidad de comprender lo que sucede. Para los niños mas pequeños puede resultar más complejo entender lo que sucede, por lo que generalmente responden a la reacción observada en otros, más que a la situación misma.

Resulta fundamental que los adultos sean ejemplo para los niños en cuanto al manejo adecuado de las emociones. Sin expectativas de perfección. El adulto puede sentirse ansioso o temeroso, pero lo importante es que el niño conozca la razón de porque se siente así y observar cómo se maneja esa emoción de una manera adecuada dentro de las circunstancias.

Cuidar de su persona. Resulta importante la estabilidad del adulto para lograr ayudar a los niños luego.

Estar presente. Pase tiempo con sus niños y permítales el contacto, incluyendo físico, que requieran. Valide que es normal lo que siente luego de este evento y que cada puede acudir donde usted a buscar apoyo. Siga la iniciativa del niño y sea paciente.

Escuchar. Validar, no minimizar, sus emociones y sentimientos. Escuchar y aclarar cualquier idea errónea relacionada al evento y certificar que lo sucedido no es su responsabilidad. No olvidemos que esto es una experiencia multisensorial. Escuchemos con empatía, hagamos contacto visual, ayudémonos con nuestro no verbal, a asimilar la experiencia.

Permítale hablar del evento. Cuando y cada vez que un niño sienta la necesidad de hacerlo. Es importante dejarnos guiar por el niño, expresando que información conoce y cuales son sus dudas. Ayudemos a su cerebro a procesar la experiencia. Enfatiza en las memorias positivas después del evento. Es valido no tener todas las respuestas. Conteste aquello sobre lo que se sienta informado, de manera sensible y sencilla para la edad del niño con el que se esta

comunicando.

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Reglas y disciplina. Aunque hay aspectos que puedan cambiar en la rutina, las reglas y estrategias de disciplina deben ser constantes. Si los niños saben lo que se espera de ellos, les será mas fácil responder y fomenta seguridad. Evite el castigo físico. Ayúdelo a encontrar palabras adecuadas y maneras aceptables de expresar sus sentimientos.

Rutinas. Proporcionar un patrón consistente y predecible para el día a día. Aquellos que se encuentran en albergues o viviendas temporeras, intentar cumplir con las horas determinadas para la alimentación, aseo y descanso. Ante cambios en las rutinas, anticiparle al niño, explicándole el porque el patrón de ese día será diferente. Esto ayuda a que el niño entienda que el adulto está en control.

Establecer practicas de relajación y fomente el tiempo de juego. Esto le permitirá al niño contar con estrategias que le haga sentir control de sus emociones y su entorno.

Limite la exposición a los medios de comunicación en cuanto a las noticias del desastre y sus consecuencias. Los niños pueden estar más vulnerables al ver y escuchar eventos que le recuerden por lo que ha pasado. Además de que pueden formular ideas erróneas al no comprender o contar con toda la información.

Incluir al niño en el plan de emergencia. Si padece de alguna condición especial, recuerde medicamentos o material terapéutico dentro de su mochila. Practique su plan familiar y permítales a los niños hacer sugerencias sobre el mismo, así podrá conocer sus inquietudes y retomar dudas sobre el proceso. Permítales participar de los procesos de recuperación.

Fortalezca su autoestima. Cada experiencia puede ayudar a aumentar su resiliencia: desarrollar una nueva habilidad, sentirse parte de un grupo, alcanzar metas y sentirse útil.

Considere la posibilidad buscar ayuda con un profesional si el niño continúa afectado luego de 2-4 semanas después del evento, no se observa mejoría en los síntomas, las reacciones del niño afectan sus deberes escolares o sus relaciones con otros.

Por: Dra. Agnes S. Díaz Rivera

Psicóloga Clínica

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