Hoy día, muchos padres sienten que deben tener sus niños en la escuela ta corta edad por riesgo a que se retrasen y pierdan oportunidades de socialización temprana.

Una vez los niños se aproximan a cumplir los 3 años, muchos padres se debaten sobre cuándo es el momento adecuado para enviar sus niños a la escuela.  Típicamente, evalúan sus opciones de grados preescolares, es decir, si deben comenzar en un programa “maternal” (también conocido informalmente como “pre-pre-kindergarten”), en “pre-kindergarten” o entrar directamente en “kindergarten”. 

Otra variable que los padres toman en consideración es la edad requerida por las escuelas para comenzar cada grado escolar y la flexibilidad, si alguna, que existe para que los niños comiencen antes de la edad requerida. En ese sentido, hay opiniones encontradas. Conozco padres que se rigen estrictamente por las normas escolares aunque esto implique que sus hijos sean de los mayores del grupo. Por el contrario, hay otros que prefieren que sus hijos ingresen antes de la edad requerida y en muchos casos lo consiguen.

En ambos escenarios, ya sea el grado en el que el niño debe comenzar en un ambiente escolar o la edad apropiada para comenzar el año escolar, las consideraciones más importantes deben ser la capacidad y la madurez del niño. Como sabemos, todos los niños son diferentes. Es por eso que el criterio más importante es la evaluación objetiva de cuán preparados están nuestros hijos y no lo que digan o hagan otros padres, conocidos o familiares.

Es clave que, ante nuestro deseo de que comiencen en la escuela, conozcamos bien a nuestros niños y ante todo procuremos su bienestar.  Debemos velar porque su primera experiencia escolar sea una positiva y que promueva su desarrollo intelectual, social y emocional.

A continuación, una serie de indicadores que nos darán unas guías claras para tomar mejores decisiones:

1. El grado de independencia del niño o la niña - si tu niño ya sabe vestirse solo, ir al baño, expresarse con claridad y se muestra independiente y con deseos de hacer las cosas por cuenta propia, muy probablemente está listo para el ambiente escolar.

2. Cuánto sigue las instrucciones -  prestar atención y seguir instrucciones son buenas señales de que está lista o listo para comenzar la escuela. Recordemos que una vez comience en el entorno escolar, será algo que tendrá que hacer continuamente.

3. El nivel de autocontrol del niño o la niña - un niño que sabe mantener el control en momentos de incomodidad y que refleja un manejo de emociones adecuado para su edad, está preparado para comenzar su vida escolar.

Varios estudios en psicología, incluyendo uno realizado recientemente por la Universidad de Stanford, California, en niños de edades tempranas, han demostrado que como regla general, es mejor que los niños comiencen más tarde y mayores en la escuela. Es decir, que comiencen en pre-kindergarten o kindergarten y entre 9 meses a un año después de la edad mínima requerida.  Al parecer, esto se correlaciona con un mejor desempeño escolar y mejor adaptación social.

Ese tiempo adicional propicia que el niño alcance mayor madurez, mejore los niveles de atención, se comporte mejor en momentos de frustración y que siga instrucciones. En ese sentido, entrar más tarde, a largo plazo, les ofrece una ventaja en comparación con los otros niños.

En mi caso particular, tengo dos niños varones que nacieron en los meses de noviembre y diciembre, y seguir estrictamente la guía escolar en cuanto a las edades para ser admitidos a los grados nos ha resultado muy bien.  Aunque hay niños que comienzan antes y se adaptan muy bien, hay otros que tienen que repetir el grado.

Hoy día, muchos padres sienten que si sus niños no entran en la escuela temprano se van a retrasar y que perderán oportunidades de socialización temprana.  Incluso, algunos temen que si son los mayores en el salón van a ser objeto de burla o incluso que se pueden aburrir. Desde mi perspectiva, ocurre todo lo contrario: llevan las de ganar, tienen la madurez apropiada y su desempeño académico será sobresaliente. 

Mi exhortación es a no acelerar procesos en la vida, sino más bien hacer un buen análisis de lo que más que le conviene al niño.  Un año no hace diferencia y la vida no debemos llevarla con tanta prisa. Al fin y al cabo, el tiempo debemos aprovecharlo al máximo con nuestros hijos porque pasa volando y antes de que nos demos cuenta estarán listos para continuar su propia vida con independencia.

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