Son muchas las personas que semanalmente nos escriben solicitándonos consejos para manejar con situaciones de disciplina con sus hijos. Es comprensible ya que ejercer disciplina durante la crianza es una de las labores más complejas que tenemos que realizar como padres. Además, los tipos de disciplina han evolucionado con el pasar de los años y lo que tal vez hace 25 años era aceptable o común como método de disciplina, hoy día es ya no lo es.

Esencialmente, ejercer disciplina requiere el establecimiento de parámetros y estructura, consistencia y compromiso.

Ahora bien, ¿Cuál es la definición de disciplina? Tradicionalmente la disciplina se conoce como el conjunto de reglas de comportamiento para mantener el orden. Sin embargo, la forma en la que aplicamos esas normas pueden fortalecer o debilitar la relación con nuestros hijos.

Posiblemente has escuchado hablar sobre la disciplina positiva o tal vez no tienes idea de qué se trata. Siendo nuestra área de especialidad, lo explicaré brevemente. Es una filosofía disciplinaria que fomenta en el niño el pensamiento y la reflexión sobre sus actos alineados a una guía de respeto y ayuda, con la finalidad de buscar una solución al problema.

Contrario a la disciplina tradicional, el enfoque no es en lo que estuvo mal hecho sino en cómo solucionar constructivamente los problemas que afrontamos. Por otra parte, esta disciplina contribuye a mejorar la relación y la conexión con nuestros hijos. Esto es de gran valor para nuestra familia, máxime cuando la evolución social y el desarrollo tecnológico cada vez más nos distancian como personas.

A continuación detallo las diferencias principales entre la disicplina positiva y la disciplina tradicional. Además, explico por qué estudios científicos revelan que la disciplina positiva es más efectiva.

1. Firmeza y amabilidad a la vez

Posiblemente, al igual que yo, te criaste con un modelo de disciplina tradicional. El el mismo, castigar era la primera opción para corregir al niño pues no se conocía nada más. Sin embargo, el castigo lo que busca es que el niño se sienta mal y avergonzado por lo que hizo. ¿Es necesario esto para que un niño aprenda una lección? Definitivamente no. Podemos establecer límites en nuestros hijos y sentar las normas de convivencia con firmeza pero con amabilidad a la vez.

Por ejemplo, si tu niño es de los que no les gusta recoger sus juguetes, podemos pedírselo de la siguiente manera: “Fulano, necesito que una vez termines con tus juguetes los pongas de vuelta en el lugar donde van. Es importante que cooperes con papá y mamá para mantener la casa recogida y evitar que alguien se caiga.” Es cierto que esto requiere paciencia y consistencia de parte nuestra pero verán que el niño responde mejor a la solicitud en lugar de utilizar una manera antipática que no aporta al aprendizaje del niño.

2. Efectividad a largo plazo

Sin duda alguna, las medidas punitivas (los castigos) funcionan a corto plazo. Son efectivas para detener un comportamiento inmediato. No obstante, a largo plazo pierden efectividad pues no permiten la reflexión o proveen valor de aprendizaje. Además, el uso frecuente del castigo como medida disciplinaria puede crear, a largo plazo, sentimientos negativos como resentimiento, rebeldía, venganza y desconexión.

3. Fortalece la autoestima

Uno de los beneficios principales de la disciplina positiva es que fomenta la autoestima pues tiene como objetivo final la búsqueda de una solución por parte del niño. Por lo tanto, les permite desarrollar la capacidad de pensar, analizar y de tener criterio propio. Esto a largo plazo será vital en ayudarle en su autocontrol y más aún en su confianza.

4. Mantiene la conexión

Nadie agradece que lo castiguen. Es absurdo pensar que para que un niño se porte bien, antes se tiene que sentir mal. Si corregimos con amabilidad, sin dejar de ser firmes, el niño se sentirá en control y aprenderá un gran ejemplo de nosotros en como tratar a los demás.

Nuestra sociedad ha evolucionado. El mundo en el cual nuestros hijos están creciendo nos lleva a buscar formas disciplinarias más efectivas y que logren su cometido a lo largo del camino. Las normas de disciplina que establezcamos en nuestro hogar deben ir de acuerdo a nuestros principios y valores familiares.

No obstante, vivimos en una época de desconexión. La tecnología nos desconecta, el trabajo nos desconecta y para colmo atravesamos por una pandemia que también nos distancia. ¡Basta ya! Busquemos la conexión con nuestros hijos aún en los momentos en los cuales tengamos que corregirlos y procuremos mejorar nuestra relación con ellos cada día.

 

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