¿Cuántos de ustedes disfrutaban cuando los castigaban? ¿Cuántos piensan que los castigos le enseñaron algo de valor?

Desafortunadamente, el castigo es una de las maneras más comunes que los padres utilizan para disciplinar a sus niños. Quizás por desconocimiento o por una conducta aprendida lo ven como la primera opción para modificar la conducta de sus niños.

Por definición, el castigo es una pena que se impone a una persona que ha cometido una falta o ha tenido un mal comportamiento. Observen que la clave está en que es una penalidad, por tanto tiene como objetivo hacer sentir mal al individuo vs llevar a la persona, en este caso al niño, a reflexionar y buscar opciones alternas a su comportamiento.

A través del tiempo, los expertos en la conducta humana han realizado un sinnúmero de estudios para entender el impacto del castigo en la conducta de los niños. Contrario a lo que muchos piensan, son muchos más los efectos negativos que los positivos. Además, a largo plazo pierde efectividad y afecta la conexión con nuestros hijos. Por tal razón, se ha desarrollado un movimiento para utilizar otras estrategias como la disciplina positiva por ejemplo.

Pero, ¿cuáles son los efectos de los castigos en los niños? Veamos a continuación.

Resentimiento

Utilizar el castigo como un método frecuente para modificarconducta, crea en el niño coraje desconfianza y puede afectar su autoestima. Estos elementos combinados, a largo plazo producen frustración, rencor y distanciamiento entre el niño y el padre. El riesgo de una situación de este tipo es que cuando el niño alcance otras edades en las cuales tenga criterio propio y enfrente otras experiencias de vida para las cuales va a necesitar orientación, el padre o la madre punitivo no será la fuente de información primaria y la comunicación será limitada o inexistente.

Venganza

¿Qué sienten ustedes cuando alguien les hace daño? ¿Han sentido deseos de desquitarse? Pues esto es lo que puede sentir tu hijo cuando se le castiga o peor aún cuando se le maltrata física o emocionalmente. El niño afectado comenzará a sentirse frustrado y limitado al sentir coraje y no poder expresarlo. Dicha limitación, con el pasar del tiempo, podría convertirse en un detonante para que el niño o la niña tomen represalias contra sus padres o incluso hacerse daño a sí mismo con la intención de desquitarse.

 Rebeldía

Uno de los efectos negativos, causados por la hostilidad y el uso frecuente de los castigos, es el coraje y la agresividad en el niño. Esto, aún se complica más, cuando se ha convertido en un patrón disciplinario y el niño o la niña llega a la pubertad. De por sí, la adolescencia es complicada y plantea muchos retos, tanto para el joven como para sus padres. No olvidemos que durante esta etapa, nuestros hijos están sufriendo cambios en el desarrollo de su cerebro y que pueden crear vulnerabilidad en la conducta. Si a esto le agregamos el componente de la frustración y el coraje, pueden conducir al niño a desarrollar conductas de alto riesgo como el uso de drogas, el alcohol y la violencia.

Distanciamiento

Según expertos en el comportamiento humano, el castigo puede traer como una de las mayores consecuencias la desconexión y una mala relación con nuestros hijos. Una persona a la cual se le afecta con frecuencia su autoestima y la confianza, a largo plazo, podría crear distancia y desinterés en mantener comunicación o relación con sus padres o con las personas que le castigaban. Para los padres, esto puede resultar muy doloroso, principalmente, cuando alcancen una edad avanzada y necesiten compañía.

¿Qué opinan los pediatras sobre los castigos?

La Academia Americana de Pediatría (AAP) se ha expresado, claramente, en contra del castigo físico, verbal o con un propósito de humillación para el niño. La entidad, que agrupa sobre 67,000 pediatras en los Estados Unidos considerá que los castigos pueden desarrollar agresividad y carecen de efectividad para enseñar autocontrol o responsabilidad. Además, si los castigos son severos o frecuentes podrían traer problemas de salud metal en preadolescentes y adolescentes.

Ante los efectos negativos y la inefectividad de los castigos a largo plazo, debemos buscar opciones de modificaciones de conducta que ofrezcan un manejo saludable de las emociones y propicie reflexión y una búsqueda de soluciones en el niño. La disciplina positiva, por ejemplo, es una herramienta extraordinaria para lograr estos objetivos en nuestros hijos. Es esencial que nos eduquemos y que busquemos opciones que fomenten el bienestar en nuestros hijos.

 

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